TURISMO
Encuentros cercanos con los «big five» en la sabana

Encuentros cercanos en Sabi Sands, reserva privada justo en el límite con el parque Kruger donde es posible ver a los big fiveEncuentros cercanos en Sabi Sands, reserva privada justo en el límite con el parque Kruger donde es posible ver a los big five.

Angie está al volante de su todo terreno, un vehículo imponente con varias filas de asientos, capaz de transportar a una decena de pasajeros. No es una máquina fácil de manejar, menos aún en medio del monte, fuera de pista, como ahora. Pero eso no es un problema para una ranger. Y Angie es ranger en la reserva privada Sabi Sands, en Sudáfrica, un área de 65 mil hectáreas que limita (sin cercos) con el famoso Parque Nacional Kruger.

Por el momento, está concentrada en maniobrar el pesado móvil entre los arbustos, con la mirada fija en su objetivo. Apenas pasaron las seis de la madrugada y el sol todavía no se mostró en el horizonte. Unos diez minutos atrás era imposible ver la pista sin las luces de la 4×4, pero ahora está lo suficientemente claro como para admirar el magnífico leopardo que camina a paso tranquilo por el monte. Capta las miradas de todos los que están a bordo y Angie trata de anticiparse para avanzar a la par, aunque haya que tirar el auto sobre algunos arbustos que se doblegan y van raspando el chasis.

El leopardo no se inmuta con la presencia de los autos. De repente apareció otro coche y ya parecen escoltas a los costados del felino. Nadie habla y tampoco se escuchan pájaros. Angie apagó la radio de a bordo hace rato. Corta el motor y frena de vez en cuando. Sabe por dónde pasará el leopardo y lo espera, para que sus pasajeros tengan las mejores fotos posibles. Como una diva, el animal no mira siquiera una vez a los costados.

Prefiere ignorar a los humanos y sus ruidosas máquinas. Es la hora de cazar y nada logra desconcentrarla.

Sabi Sands está ubicada justo en el límite este del Parque Nacional Kruger Sabi Sands está ubicada justo en el límite este del Parque Nacional Kruger

Los big five

¿Cuánto puede haber durado esta escena? ¿Unos segundos o varios minutos? Nadie a bordo podría responder la pregunta. Es uno de esos momentos en que el tiempo se detiene y una sensación de eternidad lo envuelve todo. Finalmente, Angie gira el volante en dirección a la pista y deja al leopardo buscar en paz su desayuno. En muy poco tiempo, el sol ya estará disipando las brumas del alba y los herbívoros estarán más protegidos por la luz plena. Le queda poco tiempo a la pantera para conseguir su comida. El safari, en cambio, recién empieza y a Angie le quedan como tres horas para llevar a los pasajeros por los senderos de Sabi Sands en busca de los otros cuatro grandes.

Foster, el rastreador, sentado sobre un pequeño asiento plegable sobre el capot mismo del auto, le echa una mirada cómplice a Angie. Es posible que hayan presenciado muchos momentos dignos de documentales a lo largo de sus salidas. Pero la magia del encuentro con el leopardo parece haber sido fuera de lo común, incluso para ellos.

«Tuvimos mucha suerte esta mañana», dice la ranger. «La pantera es la más difícil de ver de los big five. Y era impensable contemplarlo durante tanto tiempo, sin que escape. Empezamos el día -repite- con mucha suerte».

Elefante, uno de «los cinco grandes» Elefante, uno de «los cinco grandes»

¿Es realmente la suerte? ¿O es gracias a Foster? ¿O a ella? Un poco de los tres seguramente. La noche anterior Pieter Coetzee, uno de los gerentes del lodge Sabi Sabi, había dicho: «Los dejo en buenas manos. Angie y Foster son los mejores para rastrear animales. Es muy probable que puedan ver los big five durante una sola salida».

En otros lugares del planeta, big five podría ser el nombre de una banda de rap. Pero en África son los cinco animales que el hombre debe temer (y, tal vez gracias a la extraña fascinación por el peligro y lo morboso, los que todos quieren ver): el león, el leopardo, el rinoceronte, el búfalo y el elefante.

Lo cierto es que se han convertido en el objetivo de los safaris fotográficos, en el juego de los rangers y en la apuesta de los rastreadores. Una salida es perfecta cuando se avistó por lo menos un ejemplar de cada uno, aunque como en las colecciones de figuritas siempre hay una más difícil que otra.

Ahora, Angie está en plan de conseguir encuentros con elefantes, rinocerontes, búfalos y leones.

Al final de la salida, unas tres horas más tarde, el álbum estará casi completo… al final faltó el rinoceronte. Foster asegura, sin embargo, que hay muchos entre Sabi Sands y el Parque Kruger, pero advierte que «los rastreadores y los rangers nos comunicamos las posiciones de los animales de un vehículo a otro por radio. Pero lo hacemos a último momento con los rinocerontes para evitar que si los cazadores furtivos nos han escuchado les resulte tan fácil venir a matarlos». No es que no pase, desgraciadamente. El mercado chino paga fortunas por el polvo del cuerno de aquel mastodonte.

A falta de rinocerontes, hubo muchos otros animales. Angie y Foster merecían lo elogios de Coetzee, aquel homónimo del Nobel de Literatura (un nombre común entre los bóers,colonos neerlandeses, de Sudáfrica). Algunos bichos estuvieron tan cerca que fue posible sacarles retrato en primer plano. Retratos salvajes.

Angie devela el mayor truco de su oficio: «Los rangers nos pasamos las ubicaciones de los animales de auto en auto por la radio, y vamos directamente adonde fueron avistados por otros». Esto vale para las cinco estrellas porque los demás siempre aparecen en el camino y, en el caso de las impalas, a la vuelta de cada curva. Estas gacelas son la despensa de la sabana. Son las que más abundan y cabe sospechar que es gracias a su cantidad que la especie logra sobrevivir.

También se ven seguido cebras, ñus y kudus; jirafas, que salen en las fotos con la cabeza entre las nubes; y jabalíes verrugosos, más difíciles de conseguir porque son muy escurridizos. Son el Pumba de El Rey León y su andar es tan gracioso en la realidad como en el dibujo animado. Apenas aparecen, siempre hay un pasajero en cada auto para soltar un «Hakuna Matata…»

Durante el safari se ven también muchas aves: desde los enormes avestruces hasta pequeños tejedores y pinzones de varios colores. Y en las represas de agua hay hipopótamos. Verlos depende básicamente del calor que hace; cerca del mediodía ya están en el agua y apenas muestran los ojos y la punta de la nariz. Curiosamente, no entran entre los big five, aunque los rangers reconocen que les tienen muchísimo respeto.

Jirafas, parte del paisaje

Es cierto que, sin embargo, el peligro que representan los grandes mamíferos en una reserva privada como Sabi Sands es relativo porque allí los animales están acostumbrado al vaivén incesante de vehículos y no se ponen nerviosos con la presencia de humanos, siempre y cuando no tengan crías.

La experiencia con el leopardo es el mejor ejemplo de esta convivencia. ¿Lo salvaje termina no siendo tan salvaje? ¿La presencia de los humanos es el precio que estos animales tienen que pagar para no terminar en la mira de la escopeta de los cazadores, sean o no furtivos?
No hay que olvidar que junto a reservas conservacionistas como Sabi Sands hay muchas otras que son meros cotos de caza, donde la escena digna de un documental vivida por la mañana hubiera terminado con una balazo y un trofeo colgado estérilmente sobre una pared en algún lugar del mundo.

Las panteras, los elefantes y los demás animales de la sabana también tienen derecho a vivir su vida. no quiere decir otra cosa la expresión swahili hakuna matata.

Esta reserva privada no es contigua al Kruger, como Sabi Sands, pero está cerca da Hoedspruit y su pequeño aeropuerto, donde llegan y salen los vuelos que conectan con Johannesburgo. Por este motivo la eligen muchos viajeros. Tiene varios lodges diseminados por la sabana, todos con pileta. Algunos son como tiendas de campaña y otros tienen un spa completo frente a praderas donde se ven grandes animales.

Por supuesto, los big five están presentes en Kapama, aunque solo hay rinocerontes blancos. Como el parque está cercado y aislado, los leopardos suelen circular libremente saltando por encima de los altos alambrados y por esta razón no se ven con tanta frecuencia. Pero hay cerdos hormigueros (el aardvark de los dibujos animados retro), monos, guepardos y otros felinos como el serval y el caracal. www.kapama.com

Una agenda muy cargada

Los horarios de las salidas son al amanecer y al atardecer porque hace menos calor y se logra ver más animales Los horarios de las salidas son al amanecer y al atardecer porque hace menos calor y se logra ver más animales.

Los días de safari en las reservas privadas siguen agendas muy claras. Se sale temprano en la mañana, antes de la salida del sol. Esta primera vuelta dura tres horas y se regresa a los lodges al mediodía. La segunda salida es hacia las cuatro de la tarde, cuando el calor empieza a apaciguar y el sol ya emprendió su declive. Dura también unas tres horas y el último tramo se realiza de noche, cuando es posible avistar algunos animales de hábitos nocturnos como las mangostas, los pangolines o las hienas. Las cenas en los lodges son compartidas con el ranger a cargo. Es el momento de hacer un repaso por lo que se vio durante los safaris y aprender algo más sobre los animales de la reserva.

https://www.lanacion.com.ar/2222239-retratos-salvajes-en-sudafrica

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